sábado, 11 de septiembre de 2010

Un libro escrito por y para otro libro de forajidos…


Por Denis Fortun

En Madrid
Un hombre con demasiado tiempo a su favor, a tal punto que se aburre, entra a la librería de la FNAC de Callao, en Madrid, y se tropieza con un cuaderno de cuentos. La portada muestra el trasero de un enorme Cadillac de los setenta, sugiriendo un espacio, una ciudad. El título se encarga de subrayar de dónde provienen las historias: son relatos que llegan desde Miami. Lo novedoso para este hombre es que descubre que, quienes conforman la antología, son escritores cubanos desfavorecidos por las grandes -y las menores- editoriales. En buena medida se trata de sujetos que se desconoce su obra y, asimismo, tipos muy distantes del estereotipo de un intelectual en occidente, entre otras cosas, pues para vivir practican las más increíbles profesiones, trabajos, piruetas, que la vida impone a los outsiders.  Hombres considerados, además, en su país de origen, como viles traidores, escorias. Y es que son narradores que en su mayoría escaparon por el Mariel, en época del éxodo, y han habitado en una suerte de limbo, retenidos en un entorno viciado, entrampados entre dos orillas.

El hombre con demasiado tiempo a su favor luego de leer “Cuentos desde Miami”, decide ocupar más ese tiempo que le sobra -lo que al parecer es un síndrome en Europa, y particularmente en Madrid- y a cuenta y riesgo emprende un proyecto que más tarde tendrá apoyo académico y ha de culminar en otro libro, el cual no está muy claro en que género literario se mueve, algo que no es óbice para su lectura. El autor transita desde el testimonio, el relato, la biografía, el periodismo de investigación; desde la crónica, la crítica, unas veces mordaz y justificada, otras, las menos, innecesaria, juicios estos últimos de los que pueden prescindirse porque no aportan, como no sea únicamente la europea y un tanto antiamericana opinión -muy de moda en el ciudadano español contemporáneo- sobre la ciudad en que se desarrolla las historias que lo inspiraron para el coctel literario del que hace uso, que se resume en la anunciación de la novela que no lo es.

En fin, el hombre que le sobra el tiempo responde al nombre de Ramón Luque, y es escritor, cineasta, periodista, Doctor de la Universidad de Salamanca, y profesor de la facultad de Comunicaciones, y luego de varios viajes a Miami, emporio que es un importante protagonista en la antología que lo ha seducido, al punto de gastar su propio dinero -detalle que, nos da la verdadera pasión que lo cautiva-, un Miami que considera impersonal y muy dolorosamente desprovisto de peatones, posterior a innumerables conversaciones con José Abreu, Luis de la Paz, Rodolfo Martínez Sotomayor y Armando de Armas -los protagonistas-, ha publicado bajo el sello de la editorial Aduana Vieja un volumen que me lo he leído en apenas tres horas: Ultima novela: Cuba, 30 años después del Mariel. Un libro que aparece en el contexto literario del exilio para reivindicar, en la voz de cuatro amigos, aquellos que apostaron por la literatura y el arte en general, lejos del redil revolucionario, lejos de todo prácticamente.


La Inspiración
Al venir a Miami en el 2004, después de salir del aeropuerto e ir a casa de mi madre, horas más tarde y acompañado de su hermano Omar, fui a casa de Armando de Armas. Hacia más de diez años que no veía a mi viejo amigo, a su esposa, y lógicamente teníamos mucho de que hablar. Por supuesto, la literatura formaba parte de todo lo que íbamos a contarnos, por eso no faltó en la conversación la recién estrenada antología que juntaba bajo una misma carátula a varios escritores exiliados, para mi en su totalidad desconocidos. Armando me regaló un ejemplar y yo terminé leyéndolo en el escaso tiempo que me ha brindado Miami desde que llegué.

Recuerdo que al concluir la lectura, tuve la misma sensación que Luque confiesa haber padecido después de leer el libro. Historias ajenas hasta ese momento para mí, “exóticas”, como una especie de catarsis de grupo, que al decir de Iván de la Nuez en el prólogo se trata de gentes que sufren “pesadillas miamenses”, conformaban el conjunto de ficción escrito por autores rechazados que, aún fuera de la Isla, sentía yo que continuaban soportando ese repudio del que fueron objeto mientras vivieron en Cuba y sólo por contar eso que les daba la gana de contar sin someterse a molde alguno, ideología, y hacerlo en español. Escritores, que gracias a Armando, tuve el privilegio después de conocer a varios entre vino y literatura, como a Carlos Victoria, los hermanos Abreu (Nicolás y José), Luis de la Paz, Rodolfo Martínez Sotomayor y su esposa Eva.


La novela
Ramón Luque queda tan fascinado por un mundo underground al punto que lo motiva a escribir una historia. Un email a Juan Abreu, antologador de “Cuentos…” le abre las puertas y de José y Luis da con Rodolfo y Armando. Pero no queda ahí, su investigación le sirve igual para adentrase en la convulsa y polémica obra de Reinaldo Arenas, la que ha descubierto a mediado de los noventa por la película de Julián Schnabel en la que Javier Bardem interpreta al autor de “Antes que anochezca”; y en la corta carrera, pero no por eso menor, de otro amigo que se fue, Juan Francisco Pulido; y en la vida y labor de Carlos Victoria.

El pretexto de unas entrevistas se vuelve entonces un puente que cruza hacia el exilio, donde la literatura es una crónica enorme y perenne; donde el sufrimiento, la laceración provocada por la expatriación, y más, por el precio que ha de pagarse por el inacabable ejercicio de adaptarse, están presentes en cada párrafo. Y todo ello envuelto, por así decirlo, en los sucesos de la Embajada del Perú y los del Mariel, los que definitivamente marcaron a ambos lados del estrecho de la Florida y trocaron toda la geopolítica del exilio en Miami.


Los personajes
A diferencia de otras, los de esta “novela” son de carne y hueso. Caminan -o manejan- por Miami. Sus testimonios refrendan la vida, para nada fácil, de los escritores proscriptos que fueron y que todavía hoy continúan siendo de alguna manera. Los fragmentos de varios de sus cuentos nos enseñan sus “aspiraciones y limitantes”, e igualmente, algo resulta sin dudas atractivo para el neófito en literatura cubana fuera de Cuba, es que estos cuentos son para y por Miami.

Las descripciones que de ellos practica Luque, a pesar que en algunos momentos podrían considerarse son hechas por un ojo visor distante del afecto -y sin embargo, para nada ausente de simpatía-, tienden a exacerbar ciertas imperfecciones, incluso hasta fisiológicas, adquiridas por algunos de los entrevistados, pero en general retratan bien sus naturalezas. Asi, por ejemplo, ve en José Abreu a un hombre que cuando se conversa con él, sientes te va a mandar a callar de un momento a otro pues su sabiduría y tiempo en la tierra no toleran que divagues, improvises, o hables de aquello que no sabes, en lo que enciende un cigarrillo tras otro. Luis de la Paz, subraya su estrabismo y agrega que nada se le escapa, y su vitalidad y pasión por lo que hace está presente en todo propósito que asume, y no sólo como escritor, sino en el periodismo,  como ensayista, dramaturgo y promotor. Rodolfo Martínez Sotomayor, para Luque es el más sensible, romántico tal vez si se compara con el resto de los protagonistas, y es el que mejor sale parado, Luque lo describe con sobriedad y con un poco de candor, a lo mejor por lo que el mismo Luque reconoce, de todos es Rodolfo con el que más se identifica. Y de Armando dice, con sus maneras y modales, no es menos cierto que al conocerlo te llevas la impresión que estás enfrente de un malandro suspicaz, que te mira con irreverencia, inteligente; un tipo que te registra y siempre sospecha, aún sin proponérselo; un personaje que tiene mucho que contar de su azarosa vida, y de la que en buena medida se nutren sus novelas y cuentos.


En Miami, la reseña
Hoy día, tal vez por la dinámica o manera en que se vive, la literatura se ha visto en la obligación de adaptarse idéntico a como lo hace la sociedad, y las letras universales se vuelve más eclécticas y se van desdibujando las supuestas fronteras que definen los géneros. La búsqueda de una categoría en específico para encasillar una obra literaria, la narrativa en especial, hallo que no es importante en la reseña que me propongo; una suerte de globalización acontece tambien en las letras, y cada vez se hace más importante el contenido. Y aunque "las formas", es evidente, no pueden ser descuidadas, pues como me dijese una vez Manuel Sosa en una entrevista que le hice, "no hay historia que por muy buena que sea puede darse el lujo de ser mal escrita", es innegable que "esas formas" se reorganizan. Atrás quedó la época, y creo que definitivamente, de los grandes mamotretos. Luego entonces, la premisa fundamental de un autor si quiere ser leído es la de no divagar, ser conciso, evitar capítulos largos y, además, contar historias que nos provoquen continuar cruzando sus páginas -objetivo que logra Luque-, para no dejar el libro en un rincón que después olvidamos, hasta que finalmente se guarde en un librero, más por compasión que por necesidad. 

Si el libro que me ocupa, considero que dista de la novela, no por eso voy a renunciar a promoverlo, de veras que ese punto, aún cuando lo reitero, no me resulta importante por estar bien contado, bien escrito. Y las opiniones sobre Miami, aunque no las comparto del todo, de mismo modo las respeto. Y la promoción que le hago, no se reduce sólo por la complicidad que se establece cuando uno lee historias en las que sus protagonistas son amigos. Sucede principalmente por lo que cuenta, qué se propone, y en este caso particular por la denuncia y, a su vez su mejor parte, por la reivindicación de cuatro escritores que escriben a pesar de...

A un hombre como yo -y como muchos en Miami- que no le alcanza el tiempo, dedicar el poco que le sobra para leer un libro, sucede nada más porque este libro lo atrapa. Ultima novela… es un empeño que viene a dar el espacio que merecen aquellos “forajidos literarios”, ya sean marielitos o balseros. Por supuesto, Cuentos desde Miami, "la musa de Luque, es un excelente motivo, una muy buena antologia, por lo que comprendo perfectamente el por qué del proyecto, la obstinación por llevarlo a vías de hecho, y finalmente el resultado, el cual agradezco como lector.