“Willy Trapiche”, como se presentaba en su blog hará tres, cuatro años, tal vez un poco más - una bitácora poseída en su época dorada por una suerte de euforia al amparo de la creación-; y que además es músico, carpintero y hasta luthier, tiene una especial habilidad en el fotomontaje. Un esfuerzo que ya he reseñado en otras ocasiones.
Se trata de un novedoso oficio asistido por la tecnología del photoshop, donde la proposición de un fotógrafo queda expuesta al uso, a la imaginación de un tercero. Un arte –por qué no- muy en boga en la red actualmente donde mi viejo amigo, sin duda alguna, está muy bien señalado.
Ya ni sé el tiempo que Williams Ríos cerró su blog -lo que lamento-, pero en Facebook se mantiene “en su onda” con un toque más intimista. Le he comentado en un par de ocasiones, en las que hemos coincididos en medio de descargas o tertulias, que por respeto a esa confabulación no me he decidido todavía a violar esa complicidad que sólo le regala a sus amigos..., hasta hoy.
Espero que Willy sepa perdonarme que lo saque de su retiro en FB y lo lleve a Google. Un espacio en el que habita la promiscuidad virtual despótica, que nos ofrece además el placer de compartir lo de uno y lo del otro, a mi juicio para bien. Como es el caso que ahora me provoca este post.